El mundo infantil se ha invadido por pantallas y dispositivos electrónicos que han cambiado por completo su rutina, la forma en que emplean su tiempo, el tipo de juegos y hasta las relaciones con sus familias y otros niños. La irrupción de smartphones, tablets o televisores sin ningún filtro en su vida, perjudica su desarrollo, su salud y su creatividad. Es imprescindible gestionar sus usos y los tiempos.
El desmesurado tiempo dedicado a las pantallas afecta al desarrollo psicológico y capacidad de aprendizaje de los menores y está directamente asociado a diversas enfermedades, como la obesidad infantil y la diabetes. Además, eleva el riesgo de padecer en la edad adulta enfermedades cardiovasculares, hipertensión e infartos, como consecuencia de la falta de ejercicio, y también, por la publicidad de alimentos a los que se ven expuestos.
A pesar de que pueda resultar muy tentador utilizarlas “para dejen un rato tranquilos a los padres”, se recomienda que los bebés no interactúen con el móvil ni con ninguna otra pantalla al menos hasta los dos años. Y a partir de esa edad y hasta los cinco, cuanto menos mejor y nunca más de una hora al día.
Una mayor exposición a las pantallas en los niños está asociada a problemas de autocontrol, déficit de atención, problemas de ansiedad, mayores niveles de depresión infantil, insatisfacción con la imagen corporal y mayor fracaso escolar. Las pantallas compiten con la conversación y la lectura, lo que dificulta la adquisición del lenguaje y la comprensión de los textos.
Una visión interesada
Hay algunos videojuegos o apps que se han asociado a beneficios como el desarrollo del razonamiento visoespacial, la capacidad de resolución de problemas o la creatividad. Aunque, en general, la utilización poco racional de estos aparatos fomenta la pasividad en los niños y resta tiempo para interactuar con otras personas, y para el juego, esencial para el desarrollo de la inteligencia, el aprendizaje y las habilidades sociales.
El exceso de estimulación que el niño recibe a través de los programas contribuye a aumentar el nerviosismo y la necesidad de movimiento, aumentando la posibilidad de sufrir hiperactividad.
Está demostrado que pasar muchas horas delante de una pantalla provoca problemas de sueño, pesadillas y despertares nocturnos, especialmente cuando la televisión y las consolas están en la habitación de los menores.
Un uso no supervisado por el “control parental” puede exponer a los menores a contenidos no apropiados para su edad, que hagan un uso inapropiado de datos personales y confidenciales, así como suponer un factor de riesgo para el acoso cibernético.
Consejos para evitar la adicción a las pantallas:
- Administrar el tiempo
- Fomentar las actividades al aire libre
- Uso productivo de las pantallas. Crear vínculos para aprender cosas juntos, por ejemplo, buscar curiosidades de una ciudad que se va a visitar.
- Uso en sitios comunes del hogar, como en el salón y prohibido en los dormitorios.Controlar los contenidos que consumen
- No usar las pantallas como respuesta a un comportamiento
- Dar ejemplo con la conducta. Si los adultos pasamos mucho tiempo con dispositivos móviles, los hijos recurrirán a la imitación.